Sí, se acabó. Sin darme cuenta ya pasó el año que ha
cambiado mi vida. Un año en el que he vivido tantísimas cosas en tan poco
tiempo que no tengo ni palabras para describirlo. Un año como Erasmus; pero no
un Erasmus cualquiera, sino un Erasmus en Rumanía.
Recuerdo aquellos días antes de zarpar en los que aún
no sabía qué me depararía, pero aquí está todo, ya me deparó, y he decir que
para bien.
Esta experiencia no se puede describir con palabras,
esto no es una vivencia cualquiera, es una forma de cambiar tu vida de repente,
cuando al mismo tiempo paulatinamente. Siempre escuché a mucha gente decir que
tras vivir algo como esto uno ya no
vuelve a ser el mismo, y ya lo creo. Ahora me siento distinto, que no
diferente, me siento internacional, me siento sin fronteras, me siento más
tolerante, me siento sin límites, pero lo mejor de todo es que me siento bien.
Hoy mismo rellené un cuestionario sobre mi experiencia
Erasmus en el que una de las preguntas decía:
“¿Te sientes más local ahora? ¿más nacional? ¿más
europeo?”
Yo contesté:
“Me siento más internacional”.
Así es como se siente una persona tras haber cumplido
todos los objetivos que trajo en mente; una persona que ha intentado integrarse
en una sociedad nueva y distinta y ha acabado formando parte de ellos, en tan
sólo 9 meses.
Solamente tuve una sensación extraña antes de venir,
pero sólo por algunos minutos. Os lo contaré porque me resultó curioso; nunca
jamás me había ocurrido ni se ha repetido.
Recién llegado a la Estación de Santa Justa, Sevilla,
es cuando casi me di cuenta de dónde me estaba embarcando; nunca me alegraré
tanto de haberlo hecho, de haber continuado. Tuve una sensación de que me iba y
que quizás no volvería, que una vez daba el paso ya nada iba a ser lo mismo,
que la perspectiva cambiaría tanto que no sabría si de verdad quería volver a
donde siempre había vivido, tan divinamente; aquí estoy, en plena Transilvania,
un “paraíso desconocido”.
Esto lo escribo un poco sin conocimiento, escribo sólo lo que se me pasa por la cabeza, sin
orden ni control, pero a ver que obtengo como resultado.
Todo esto se resume en algo, para que la gente se haga
una idea de lo que es un año viviendo en un país extranjero y en el que por
primera vez en mi vida yo he sido el inmigrante, pero vaya gozada de
inmigración.
Esto que yo he vivido no ha sido gratis. Muchos
pensarán que es un año desperdiciado y sólo de fiesta, pero aunque estén en lo
cierto, al mismo tiempo se equivocan.
Rumanía es un país que me ha dado demasiado, mucho más
de lo que he aportado.
Me ha dado la oportunidad de aprender dos idiomas,
rumano e inglés, todo gratis*; pero su trabajo me ha costado.
Me ha dado cientos de amigos de decenas de
nacionalidades.
Me ha dado la oportunidad de terminar mi carrera
universitaria.
Me ha dado la oportunidad de visitar 15 países nuevos,
diferentes y poco transitados por la mayoría.
Me ha dado el aprender a comprender a otras culturas;
muchas pensamos que lo nuestro es lo que está bien y lo que es bueno, dejando a
un lado lo del “otro” que “no vale”.
Me ha dado unos valores, valores que hoy día en nuestra
sociedad hemos perdido.
Me ha enseñado a apreciar a las personas, a los amigos,
a la familia y a la importancia que tiene el estar rodeado de los tuyos; porque
concretamente ese no es mi caso.
Este país me ha puesto a prueba, porque he tenido que
hacerlo todo desde cero; como decimos vulgarmente, “a pelo”.
Me ha permitido hacer cosas y moverme de un modo que
jamás habría imaginado.
Tratar con gente que da asco, al igual que con la
inmensa mayoría de los que he conocido, aquellas que son bellísimas personas.
En definitiva, me ha dado tanto que ya no sé ni lo que
me ha dado. No esperéis que vuelva a ser el mismo “toca pelotas” de siempre,
porque eso ya no existe; ahora sigo siendo un “toca pelotas que piensa mucho
más grande”. Ahora ese es una persona que ve las cosas desde fuera y desde.
Hablemos de todo, hasta de política, de economía, de
educación; hostia, cuanto nos queda por aprender y mejorar, una pena que
tengamos que alejarnos de la barrera para verlo todo, pero así se aprende.
Este año no me ha servido para estudiar, porque el que
piense que cuando es Erasmus se viene estudiar está muy equivocado, AQUÍ SE
VIENE A APRENDER, y no me preguntes cómo porque en eso consiste. En esta
aventura hay dos tipos de gente, las que APRENDEN y las que NO QUIEREN
APRENDER.
Por último tengo que decir el mejor de los objetivos,
Rumanía también me ha dado un trabajo, aunque suene a risa desde nuestra España
querida, tengo un nuevo trabajo.
Esto si que ha costado trabajo, pero eso se lo
agradezco a aquellos, por no decir aquella, que me han ayudado y que tanto me
han aportado, sólo puedo dar las gracias a todos.
También quiero dar las gracias a todos aquellos que
apuestan por mí, a aquellas personas que me han servido como ejemplo. Gracias.
Nunca olvidar a aquellas personas que quiero, que
obviamente es mi familia, mis padres y mis hermanas, porque uno nunca se
olvida, menos aun de ella, que es la que desde el cielo está haciendo que todo
vaya tan divinamente.